
El Quijote es una obra revolucionaria que marca un punto de inflexión en la literatura occidental, particularmente en la percepción del héroe. Hasta su publicación, los héroes de la literatura épica como Héctor, Aquiles, Gilgamesh o Roldán encarnaban ideales de virtud, fuerza y grandeza, siendo figuras casi divinas que reflejaban los valores de las sociedades que los crearon. Con Don Quijote, Cervantes introduce el antihéroe, una figura que subvierte esos ideales y, con ello, deconstruye la épica clásica.
Los héroes clásicos como Héctor o Aquiles representan valores de honor y valentía: Héctor defiende a su pueblo con nobleza;, mientras que Aquiles simboliza la fuerza indomable, aunque con defectos humanos como el orgullo y la ira. Gilgamesh, rey de Uruk, busca la inmortalidad, enfrentándose a dioses y monstruos, pero su historia termina en una reflexión profunda sobre la mortalidad y la verdadera grandeza. Roldán en la Chanson de Roland es el arquetipo del caballero cristiano que sacrifica su vida en defensa de la fe.
Estos héroes contrastan con Don Quijote, que no persigue valores objetivos de heroísmo, sino ideales románticos que no encajan en la realidad. Sus hazañas son absurdas o patéticas (luchar contra molinos, liberar criminales), pero están movidas por una nobleza interior. Es un héroe que fracasa según los estándares épicos, pero que triunfa al redefinir lo heroico como algo profundamente humano.
Es el renacimiento, donde las motivaciones internas triunfan sobre las externas. Los héroes clásicos son parte de un gran relato colectivo: guerras, epopeyas nacionales o aventuras míticas. Sus acciones tienen un impacto tangible en su mundo. Don Quijote, sin embargo, actúa en un mundo indiferente a sus gestas. La suya es una cruzada personal, fruto de un idealismo literario desfasado, que a menudo roza lo trágico.
Cervantes usa el humor y la sátira para desmontar la épica. Don Quijote es un caballero que no triunfa, un «héroe» que no salva a nadie, y un soñador que vive fuera de su tiempo. En su locura, refleja la imposibilidad de los ideales épicos en un mundo moderno y complejo.
Con la desaparición de la épica clásica y el auge de nuevas narrativas, los héroes modernos, especialmente en la cultura popular, buscan llenar el vacío. Los héroes de Marvel pueden verse como un intento de reinterpretar los arquetipos heroicos, aunque con ciertas limitaciones. Tanto los héroes clásicos como los de Marvel enfrentan desafíos que prueban su fuerza, valor y capacidad para salvar el mundo o su comunidad. Por ejemplo, Thor comparte elementos con héroes como Hércules por su fuerza sobrehumana y vínculos con la mitología. Como Aquiles o Gilgamesh, héroes como Iron Man o Spiderman son profundamente humanos en sus conflictos internos, a pesar de sus habilidades extraordinarias. Los héroes clásicos suelen luchar por su pueblo o la humanidad; de igual forma, los héroes de Marvel a menudo combaten amenazas globales con una narrativa de sacrificio.
Los héroes pop, sin embargo, se quedan cortos. La épica clásica plantea cuestiones existenciales profundas que la épica pop ignora totalmente: ¿Qué es el destino? ¿Qué significa ser humano? ¿Cómo se enfrentan los hombres a su mortalidad?
Aunque algunas historias de Marvel (como Infinity War) abordan preguntas éticas, el enfoque es más superficial, guiado por el espectáculo y la acción.
Los héroes de Marvel son marcadamente individualistas, con narrativas centradas en su identidad personal o su conflicto interno. En contraste, los héroes clásicos están inseparablemente ligados a su comunidad o destino.
La capacidad simbólica es el crisol que distingue un humano de un simio. Es la categoría simbólica la que distancia cualitativamente a la épica clásica de la pop. Los héroes clásicos son símbolos de valores trascendentes: Aquiles es la furia, Héctor la nobleza, Gilgamesh la búsqueda de sentido. Los héroes de Marvel, más alegóricos que simbólicos, suelen estar condicionados por las restricciones de público contemporáneo encadenado a una ideología woke que limita su profundidad como arquetipos universales.
¿Cuál es el destino de la épica?
Don Quijote, con su carácter profundamente humano y su fracaso épico, es una figura que deja morir la épica clásica al humanizarla, satirizarla y deconstruirla. Frente a los héroes imposibles de la antigüedad, Don Quijote nos presenta un héroe que fracasa, pero cuya lucha resuena en el corazón de los lectores como algo profundamente auténtico… e inútil pues, al final, cuando hay que hacer balance: ¿Quién quiere ser D. Quijote? El hidalgo es más lo que somos que lo que queremos ser que quizás nos haya dejado en un impasse llano y estéril.
Los héroes de Marvel, aunque intentan rescatar elementos de la épica clásica, no alcanzan la profundidad ni el impacto simbólico de aquellos relatos. En cierto sentido, son un «pobre sustituto» porque tienden al escapismo más que a la exploración profunda del espíritu humano.
¿Qué pretende el credo woke que queramos ser?, ¿cuál es la paideia woke?, ¿qué es un héroe woke?
Antes de que alguien conteste esas preguntas, urge encontrar un héroe post-quijotesco, un héroe que todos queramos ser.